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miércoles, 22 de julio de 2015

De las buenas y malas lecturas

La mejor lectura siempre es una herencia, un consejo.Los primeros libros son consejos de los padres o herencias de ellos. Todo depende del respeto que los padres tienen por el hijo, de cómo ellos respetan su disposición natural al saber, orientándola hacia donde el hijo se inclina y no hacia su propia vocación.Por eso decimos que todo depende de la madurez de los padres, pues en la entrega de buenas lecturas hay mucho más que cariño y amor, hay la manifestación de una igualdad con el otro, el hijo es un igual que merece respeto y esa condescendencia se manifiesta en entregar un enriquecimiento de su propia disposición, un crecimiento y enaltecimiento de sí mismo. Por lo general, la lectura de un buen libro empuja a cada persona a su mejoramiento y es esta disposición la que se debe manifestar en los hijos y en todas las personas.Todo depende de la buena disposición que los progenitores o cualquier persona ve en la función que cumplió la lectura y los buenos libros en ellos mismos. Cuando una lectura proyecta los gustos y perspectivas de quien lee, cuando nuestros padres supieron ofrecernos lo más próximo a nuestras propias y naturales disposiciones, esa lectura nos proporcionará todo el sabor de lo que es nuestro, la mejor lectura es la que incentiva el ser más profundo de nosotros y lo educa en el conocimiento de sí mismo.
La mejor lectura es la expresa una identidad y hasta una semejanza con el carácter del lector. El buen lector es aquel que siente la proximidad con lo que lee y toma esa enseñanza como una guía para su vida y para el crecimiento de sí mismo. La buena lectura representa un incentivo para el lector cuando éste hace del texto un espejo de su propia vida y se identifica con él. Sin esta correspondencia entre libro y lector, sin esta armonía, sin este auténtico diálogo, la lectura se vuelve vacía de contenido y ajena como enseñanza y no puede representar más que inercia y mera instrucción.
Mientras más joven es el lector, más pasión por la lectura y hábito que no le abandonará el resto de su vida. Por eso la lectura y la costumbre de leer y adquirir libros es una herencia familiar, pues los libros que disfrutaron nuestros padres son auténticos modos de continuidad y, como tales, herencias pasionales que difícilmente nos abandonarán, sabios consejos que nos impulsaron a hacer de los libros espejos de nuestras búsquedas personales como a construir y sostener nuestros gustos.
En este sentido, si las lecturas fueron heredadas de los padres, también las pasiones y gustos de nuestros maestros despertaron en nosotros un nuevo motivo para pulir la confianza en nosotros, afirmando y reconstruyendo lo nuestro, eliminando disposiciones ajenas, haciendo de nuestras pasiones y su poder transformador, el motor de nuestras virtudes.
Por eso la buena lectura tiene que llegar a ser una de las satisfacciones más completas y enaltecedoras de nuestra vida, pues la lectura inútil lo es en cuanto carece del poder didáctico que nos ofrece aquella, carece del poder de dirigirnos a lo mejor y , por eso, la mala lectura aún tiene valor y debemos aprender a reconocerlo, ya que nos empuja a reconocer que el buen libro es el que se aproxima con más ternura a nosotros y el malo es el que nos aleja y nos provoca el abandono de nosotros. No hay mejor manera de conocernos que cuando nos perdemos y nos abandonamos, motivados por aquellas lecturas que no nos corresponden.
Jorge Luis Gómez R.

lunes, 6 de julio de 2015

Presentación del libro "FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD"

El 30 de julio a las 18.30 en Mr.Books presentamos el libro FILOSOFÍA DE LA LIBERTAD de José Rafael Bustamante, un distinguido filósofo ecuatoriano que merece ser conocido por todos, sobre todo en estos tiempos de penuria donde la libertad anda coja y entregada al populismo. Todos cordialmente invitados.
Jorge Luis Gómez R.


lunes, 29 de junio de 2015

La mitificación de sí mismo de Wagner como ejemplo para el parasitismo de Nietzsche

Como dice Safranski en su biografía de Nietzsche( pag.102), es posible pensar que el Nietzsche de los ochentas haya tomado el mito Wagner como el mejor modelo para desarrollarlo en su propia persona, sobre todo cuando esa persona se considera a sí mismo como un hombre superior y vive de la mitificación de sí. Si bien la mitificación de Wagner en un primer momento le pareció repugnante, más tarde en la ruptura con éste de finales de los setentas, parece cambiar de opinión. En efecto,en los aforismos de estas fechas(1875), sobre todo en las reflexiones sobre el Sócrates " cultivador de la música", Nietzsche piensa que la pasión, la mentira y la ilusión de sí contienen las premisas mitológicas que dan nacimiento a una nueva religión, pues el mito y la generación del mito es el principio que empuja y forja la religión. La "honestidad" o "la honestidad de los hombres superiores" que aparece en el cuaderno 6 (K.S.A. Nachlass 1880-1882, pag. 316 "Zur Geschichte der Redlichkeit" y en nuestro libro véase pag.104), nos permite considerar que la mitologización de sí mismos de los hombres superiores es uno de los poderes más reconocidos entre éstos y al llamarla "honestidad", sugiere que ésta no es otra cosa que impostura, mito e ilusión. Si tomámos las ideas de Safranski y advertimos con él que este tema no es ajeno a Nietzsche desde "El nacimiento de la tragedia"(1872) y que aparece allí en relación a Sócrates, la pasión con que Nietzsche quiere vivir en sí mismo el hombre superior desde los ochentas, y el modo cómo concibe la "honestidad" de éste, nos hace pensar que el fingimiento de ser el hombre superior no es más que esta mitificación que llama, como Wagner, una religión( Nietzsche le llama "religión de la valentía" al final de 1880 en el cuaderno 8.K.S.A. Nachlass 1880-1882. También Cfr. nuestro libro en la pag.114). En cierta medida, el parasitismo de Nietzsche obedece a este propósito, pues él es consciente del endiosamiento de sí mismo y quiere con ello vivir la "honestidad" de los hombres superiores. El mejor modo para ser más superior que los mejores ejemplos del superhombre es fingir serlo. El único problema es que de tanto fingir, creyó ser el líder espiritual de una nueva religión que tuvo por sustento la idea del eterno retorno. La locura de Nietzsche es, en definitiva, uno de los resultados de ese fingimiento. El otro efecto, es el mito Nietzsche que logró conquistar a miles de feligreses hasta el día de hoy.Al tomar el fingimiento de Wagner como una auténtica mitificación de sí, no le quedó otra vía que fingir como él. Este pudiera ser una de las mejores explicaciones del parasitismo de ideas que tuvo con Waldo Emerson, es decir, que el parasitismo no era otra cosa que el efecto de este fingimiento de ser generador de una nueva religión y que nada importaba de esta mentira,plagio, fantasía, ilusión, pues en el superhombre es tan cotidiano como normal el mentir y fantasear sobre sí mismo.El Zaratustra es el predicador de ésta nueva religión.

jueves, 14 de mayo de 2015

Nuevo libro

Nuevo libro en el trabajamos para su próxima publicación. Es la segunda edición de un texto que ya se agotó  y no existe en el mercado nacional, publicado originalmente en editorial Abya Yala en 1993. Renovamos la perspectiva y nos atrevemos a interpretar con más pasión la educación nacional.

miércoles, 28 de enero de 2015

La doble fatalidad de leer a Nietzsche desde una cultura no protestante


En la clase de hoy elaboramos una idea que me quedó rondando y rondando: Leer a Nietzsche y comprenderlo no es algo beneficioso para nosotros los latinoamericanos. Cuando llegamos a una comprensión de sus ideas, el modelo del superhombre nos hace ver lo mediocre que somos. Somos muy ajenos y  lejanos al superhombre. Una lectura de Nietzsche es una lectura de las debilidades nuestras como rebaño y vida de rebaño. Leer Zaratustra es leerlo desde la perspectiva del pueblo: respirar una suerte de vendetta contra el modelo. Un modo de desprecio del modelo como, al mismo tiempo, un desprecio de nosotros mismos. Ese aire de desprecio es lo que nos entrega el autor, pues el autor desprecia el contenido mediocre de sí mismo en un ideal inalcanzable. Es el autor del Zaratustra el que nos enseña a despreciarnos. Nada en él garantiza superioridad alguna. Ni ser el autor de Zaratustra, ni enseñarnos el ideal del superhombre. El autor nos enseña que el desprecio de sí mismo es más educativo ( más próximo, más real) que el alcanzar lo inalcanzable. Nietzsche solo nos enseña a despreciarnos pues él se desprecia mediante lo inalcanzable, para él, del ideal que afirma. A esta conclusión llegamos en ¨Nietzsche parásito de Emerson¨.
La otra fatalidad de leer a Nietzsche es que ser parte de una comunidad Católica, como sucede entre nosotros, no es lo mismo que ser parte de una comunidad Protestante. Aquí hay cercanía al ideal del hombre superior pues en el Protestantismo no hay un dios inalcanzable, en la cultura protestante, en la literatura de la cultura protestante, hay una cierta promiscuidad con este modelo. El hombre es la iglesia, el dios, la fe. En el Protestantismo la idea del hombre-dios es una realidad. En el catolicismo, en la comunidad católica, por el contrario, solo dios es una realidad inalcanzable por su divinidad. Solo mediante la fe podemos disminuir la distancia. Pero solo disminuirla. El dios es inalcanzable y por eso el hombre superior o el hombre-dios, imposible. Leer a Nietzsche es frotarnos la herida de un imposible. Somos rebaño y siempre respiraremos ese aire.
Leer a Nietzsche desde una comunidad Protestante sería distinto al doble desprecio que recibimos cuando lo leemos desde una comunidad católica. En la cultura católica estamos acostumbrados a despreciarnos como individuos. Nietzsche nos ofrece un doble desprecio de nosotros mismos: El primero, es la conciencia de no poder alcanzar lo superior, ni de dios ni del hombre superior. En segundo lugar, al intentar comprender a Nietzsche, solo comprendemos su propio desprecio por no poder alcanzar en él mismo el ideal que pregona. Por un lado, el autor nos acerca a su propio sentimiento de minusvaloración. Por otro, nos recuerda que por cultura no podríamos realizar en nosotros el ideal de la superioridad de un hombre que sea más que los hombres, como algo más que dios. El ideal del hombre superior de Nietzsche se manifiesta en la comunidad Protestante, como un intento heroico de alcanzarlo, como una lucha tenaz por conquistarlo. En la comunidad protestante, leer a Nietzsche resulta educativo y enaltecedor de los valores individuales, sobre todo, como sufrimiento individual, como enaltecimiento de lo individual. La lucha por alcanzar el ideal del hombre superior en la comunidad protestante, también implica el desprecio de no alcanzarlo, tanto como la debilidad y el menosprecio de sí mismo. La primera fatalidad de leer a Nietzsche en la comunidad Protestante queda superada. La minusvaloración es comprensible como tolerable. La minusvaloración es didáctica. En la comunidad Católica es despreciable pues se desprecia a quien intenta ser individuo y, con ello, a quien se distancia de dios.
Recuerdo que uno de los límites más manifiesto de mi trabajo pedagógico en el Ecuador, lo he pensado hace ya tiempo, es generar un tipo de alumno renegado, contra actual e iconoclasta. Mientras no exista una sociedad que acepte al individuo, mis alumnos solo expresarán este ideal en la burla y mofa de los otros, pero no en una auténtica individualidad. El individuo no necesita de renegar de la sociedad para existir. Solo en las sociedad donde el individuo no existe, solo allí será posible entender este ideal como negación de los demás. Por eso solo he logrado educar a un montón de renegados. Por la cultura católica y humilde en la que vivimos. En esta cultura, leer y estudiar a Nietzsche es una verdadera maldición.

Cumbayá, Enero 2015.