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domingo, 4 de mayo de 2014

El síndrome de la crisis de derechos


Desde mediados de los noventas y sobre todo en la primeras décadas del nuevo milenio, observamos a diario las crisis en los sistemas de seguridad y control debido a que la gran ciudadanía adquiere aparentemente derechos informáticos que antes no tenía o no utilizaba. El acceso a las redes informáticas ofrece facilidades informáticas que antes la gran población no tenía acceso directo o eran muy difíciles de adquirir, como ofrece al mismo tiempo, una aparente ampliación de los nuevos derechos que adquirimos los usuarios por el solo motivo del acceso a la red. Y estos ----derechos---- que en rigor son solo probables y prácticamente inexistentes son la causa de la crisis de representación política, de los roles sociales como de la participación ciudadana. Pero lo sintomático de todo esto es que los derechos siguen siendo los mismos o simplemente son conculcados en la misma medida en que el síndrome de la ampliación de estos genera una discusión sobre una apariencia y no sobre una realidad.En una palabra: Los derechos ciudadanos no han crecido ni han cambiado. Pero lo más extraño de este fenómeno es que el concepto del sujeto moderno también se ve afectado por esta aparente cambio en los derechos ciudadanos. El modelo cultural que describe Bauman en sus análisis de la cultura moderna es parte de este nuevo sujeto, como es parte de esta apariencia que éste ve o quiere ver en los modelos de consumo modernos. Lo que parece manifestarse aquí es que hoy la apariencia parece volverse realidad y en ella intentamos sostener razonamientos que se fundan en simulacros de realidad( como el síndrome de la crisis de derechos que intentamos describir) pero no en la realidad, e incluso, éstos tienen una repercusión ficticia en los conceptos y en los valores que pensábamos existentes.Este ambiente de crisis fundada en las apariencias informáticas o en aparentes cambios de derechos, nos enseña que dentro de poco ya no sabremos distinguir entre auténtica crisis y crisis forjada por las apariencias, pues la virtualidad de ella parece obedecer a un proyecto muy bien pensado de forjar la virtualidad como promotora de una vida de cambio vertiginoso que solo ofrece beneficios a los modelos de consumo y al mundo tecnológico. La fuerte identificación con el irracionalismo del modelo que describimos, garantiza todo tipo de falsas reformas y falsas crisis, como también nos hace ver que los modelos del sujeto moderno serán otras máscaras simuladas de sujetos verdaderamente inexistentes.La futura reflexión y la crítica cultural será una suerte de desmitologización del simulacro, es decir, una manera de desvalorizar el mito como un modo de quitarles a los consumidores la satisfacción de una ficción autorizada como aparentemente necesaria. Por eso no podemos esperar que la reflexión tenga en ese futuro inmediato ningún valor como ninguna función social de importancia.

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