Acaban de haber elecciones en Europa y en Colombia.
Lo peculiar de ambos procesos es la casi nula participación de las mayorías.
Solo un 35 a 40% de los electores han participado. ¿Qué sucede y cuál es el
motivo de que el 60% de los electores no participe? La pregunta parece ser la
cuestión central de la política en nuestro tiempo, es decir, esta cuestión
involucra al valor de lo político y a la función que hoy cumple la
representación política en la sociedad. Como podemos apreciar, a las grandes
mayorías no les interesa lo político y son unos pocos los que toman las decisiones
por todos. La política de hoy no refleja el sentir de la comunidad y ésta se
deja llevar y administrar por una minoría y por las opciones que ellos ven como
correctas. En Europa la extrema derecha y los partidos antieuropeístas han
triunfado, expresando con ello que las opciones oportunistas de grupos
minoritarios pueden llegar a ser realidades cuando la gran población deja de
lado la opción política o simplemente no le interesa. Esta levedad de la
política es lo más significativo de ella, pues son minorías las que deciden por
todos y hacen de la política del descontento una opción real o una verdadera
real politik. Pero es una política oportunista o un pescar a río revuelto, pues
al pretender ser o representar a toda la comunidad no hacen más que expresar el
descontento político o el mismo valemadrismo de la política, como dicen en
México. En cierta medida los noticieros de la televisión y los periódicos informan
sobre las elecciones en las que casi nadie participó, aunque los resultados si
bien expresan el más grande vacío político, representan una realidad política
insoslayable. Esa realidad que no representa a nada ni a nadie es la política
del descontento. Y esa realidad casi vacía es la que entraña el fenómeno de la
política en nuestro tiempo.
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